Familiares o conocidos engañan a víctimas de trata de personas en BC

Antonio Heras
Mexicali y Tijuana son ciudades fronterizas de Baja California donde los focos rojos de la trata de personas están prendidos desde hace años.
Las redes sociales, sobre todo facebook, se convirtieron en el instrumento más proclive para que grupos internacionales del crimen organizado contacten a mujeres, la mayor parte, de edades que fluctúan entre los 14 y 17 años de edad donde un dato llama la atención: hay algún conocido de la familia o de las víctimas.
De acuerdo con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se calcula que el valor del mercado internacional de la trata de personas asciende a 32 mil millones de dólares, de las cuales ocho de cada 10 son mujeres y menores de edad.
Una historia
Su nombre no es Sara pero prefiere que le llamen así.
Su historia es típica entre las víctimas de trata de personas que termina en la frontera noroeste de México.
Es de Oaxaca y proviene de una familia con mucha carencia y necesidad económica.
Su padrastro forma parte de las redes internacionales de trata de personas y ante la situación económica presiona a la familia para aceptar que Sara viaje a Tijuana por una oportunidad de un trabajo bien remunerado en una fábrica, en una maquiladora y después a Estados Unidos.
Él, la pareja de su madre, la convence y a los 15 años de edad inicia su periplo en autobús a la ciudad de México y de ahí en avión hasta la frontera con California donde permanecerá “sólo un tiempo” en lo que le arreglan los papeles o la cruzan “unos amigos”.
Al llegar a Tijuana le llama la atención ver la línea internacional a unos cuantos metros, a la seduce la algarabía, el trajinar en el aeropuerto Internacional donde la recogen a ella y su acompañante un vehículo grande desde donde mira calles amplias, caminos de concreto, un extenso canal encementado donde no hay ni gota de agua.
Sonríe, parece que ha llegado a su destino.
Está lejos de imaginar lo que sucederá después: escenas de vértigo en la Zona Norte donde queda abandonada en un cuartucho y su única oportunidad es trabajar en una cantina “solo sirviendo copas” en lo que se “arreglan las cosas”.
En la piel de Sara las circunstancias le van marcando pequeños tatuajes que llegan hasta su alma pues nada queda detrás de la figura de esa mujer que, en promedio, hace diez contactos sexuales por un día que se vuelven meses y años hasta que es rescatada.
La frontera fue su prisión y su libertad.
A pesar del resentimiento contra su padrastro y la aceptación de su madre, el recuerdo de su pequeño hermano le permite mantenerse absorta, silente, en el intento de borrar a cada uno de esos olores que aún le calan en la memoria.
Aunque en Tijuana, se encuentra lejos del ambiente de la Zona Norte, de la ruidosa Coahuila, del callejón de la maledicencia, de un área de tolerancia donde campea la impunidad porque la clientela de los tratantes, vía el cuerpo de las víctimas, son policías, agentes del Ministerio Público, servidores públicos municipales y estatales, beisbolistas profesionales.
Esta mujer menudita de simiente oaxaqueña sufre de paranoia y no ha sido una sino dos o tres las veces que ha intentado suicidarse. Acaso en este momento la muerte cruza por su mente.
Albergue fronterizo
Ya no es el secuestro, amarrar y vendarles lo ojos, afirma el director de la Red Binacional de Corazones, Jorge Bedoya, ahora es con el “consentimiento” de las víctimas como se inicia la trata de personas.
Activista añoso ha denunciado estas cuestiones durante las dos últimas décadas donde ha encontrado, casi siempre, la falta de apoyo e interés de las autoridades de los tres órdenes de gobierno.
“Al menos la Procuraduría de Justicia del Estado está poniendo interés en este tema, tiene poco tiempo la Fiscalía (de Trata de Persona) de Tijuana pero hace falta sensibilizar a otras áreas del gobierno y coordinar a otro actores sociales”, señala al tiempo informar que hay más de 230 casos documentados.
Ponderó la campaña intensa que desarrolló el DIF Municipal con el programa “Si no eres mercancía” en torno a la concientización de este problema social que se vive en Tijuana de manera cotidiana.
La Red Binacional de Corazones logró instalar el primer albergue de víctimas de trata de personas en el norte de México con una capacidad para 25 mujeres aunque por el momento sólo seis la habitan. Este espacio requiere de patrocinios pues pesar de un convenio con la PGJE y el DIF estatal no hay apoyo ni aportaciones para el gasto operativo.
Bedoya asegura que hay avances con la aprobación y publicación de la Ley y el Reglamento para la Trata de Personas pero lo más importante es ahora “qué hacemos con ellas”.
Cuerpos de todos los días
En esta frontera, diversos diagnósticos coinciden en que las víctimas de la trata de personas son niñas entre los 14 y los 17 años de edad.
La principal modalidad es la explotación sexual comercial donde se genera un permanente abuso a las menores de edad, a partir de engaños como ofrecerles una mejor calidad de vida a la de sus lugares de origen.
Otro factor es que en prácticamente todos los casos de explotación hay una persona cercana a ellas o a su familia.
Una de las principales vías para el enganchamiento son las redes sociales, un importante instrumento de comunicación que ha propiciado fenómenos de esta naturaleza, donde el victimario no va por ellas, sino que las víctimas van a una “cita a ciegas”. A través de facebook las cuestionan, dicen, hacen, enganchan, las citan en un lugar y es ahí donde son raptadas.
Por ello las organizaciones sociales advierten a padres de familia y menores de edad que tengan cuidado con la información que proporcionan en redes sociales y eviten contactar e integrar a su perfiles y conversaciones ningún tipo de datos personales íntimos ni fotos sugestiva ni comprometedoras de su entorno social ni familiar.
Las redes sociales se han convertido en una especie de mercado de explotación sexual y pornografía.
Indiferencia oficial
En México la principal entidad federativa de la trata de personas es Tlaxcala donde inclusive se registran casos donde es una actividad que de generación en generación desde el abuelo, padre, hijo y nieto.
Es un delito muy lucrativo coinciden en señalar organizaciones sociales y autoridades gubernamentales.
Las leyes contra Trata de Personas son recientes y muchos magistrados y jueces no las conocen por lo que clasifican este delito como abuso o corrupción de menores o faltas administrativas, comenta Bedoya, que señala que la de Baja California data de 2010.
México se encuentra entre los países considerados en el Reporte sobre Trata de Personas del gobierno de Estados Unidos y en el Informe de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
De Baja California son dos de las 13 ciudades mexicanas donde se registra esta actividad ilícita: Tijuana y Mexicali representan un foco rojo por el registro de explotación sexual comercial, sobre todo infantil de turismo sexual y de pornografía.
El informe estadunidense señala que muchos de los turistas involucrados en la explotación sexual de menores en estas ciudades provienen de Estados Unidos, Canadá y de países de Europa, aunque también hay ciudadanos de México.
La CNDH indicó que la principal preocupación se centra en ciudades de la frontera norte como es el caso de Nogales, Sonora, de Tijuana y Mexicali en Baja California, de Ciudad Juárez en Chihuahua y de Nuevo Laredo y Matamoros en Tamaulipas; en Tapachula, Chiapas, en la frontera sur; y en lo destinos turísticos de Acapulco, Cancún, Guadalajara y Puerto Vallarta.
Hay casos documentados en Tlaxcala, Puebla, Estado de México, Guanajuato, Veracruz, Querétaro y la Ciudad de México.
Una investigación sobre trata de personas de la CNDH advierte que lo gancho que usan las redes es hacerle creer a sus víctimas que las ayudarán a cruzar la frontera, las enamoran, secuestran o compran a algún miembro de su familia.
Los métodos para retenerlas es el uso de la violencia física, emocional o sexual, de las amenazas hacerle daño a sus familiares o denunciarlas para su deportación en caso de ser migrantes sin documentos, la retención de documentos e identificaciones, la privación ilegal de la libertad, hacerles creer que trabajan para saldar deudas o generarles dependencia a la droga o alcohol