Columna Ahuete: Sindicatura política y la corrupción

Antonio Heras
Ni como ayudarle…
Las declaraciones del síndico procurador de Tijuana simplemente son lamentables puesto que se dice “factor de conciliación” y a través de uno de sus nuevos colaboradores asegura que la palabra clave para su gestión es “despresurización para atemperar y conciliar”.
Es como para ponerse a llorar; no uno, sino sus estrategas.
Quizás no hayan leído siquiera que su objetivo es brindar “transparencia y seguridad en el desempeño de las acciones y actividades del gobierno municipal hacia los ciudadanos que integran parte de la entidad” y es la única dependencia facultada para la salvaguarda de la legalidad, honradez y eficiencia del servicio público que brindan los empleados del municipio.
En ninguna de sus atribuciones se encuentra la de conciliar y muchos menos la de despresurizar, en todo caso son responsables en la administración pública municipal de:
– Planear, organizar y coordinar el sistema, control y evaluación de gobierno.
– Expedir las normas técnicas que regulen el funcionamiento de los instrumentos y procedimientos de control.
– Establecer las bases generales para la realización de revisiones administrativas en las dependencias y entidades.
– Ejecutar auditorías y evaluaciones a las dependencias y entidades.
– Inspeccionar y vigilar que las dependencias cumplan con las normas y disposiciones aplicables en su ámbito de competencia.
– Dar opinión previa a su expedición de los proyectos de normas de contabilidad y control.
– Participar en la designación de auditores externos para revisiones a dependencias o entidades.
– Proponer la designación de comisarios o sus equivalentes en los órganos de vigilancia de los consejos de juntas de gobierno y administración de las entidades.
– Conocer e investigar los actos, omisiones o conductas de los servidores públicos.
– Proponer al Presidente Municipal los nombramientos de los Comisarios Sociales Honorarios.
– Representar legalmente al Ayuntamiento.
De manera triste por la torpeza, Ledesma Romo respalda su determinación de ser factor de conciliación al nombramiento de tres de sus allegados como si los actos de extorsión que denunció el alcalde  Jorge Astiazarán sólo fuera una pesadilla de la cual apenas abrió los ojos.
Aunque con limitaciones buscara cumplir su papel, el síndico Ledesma Romo está obligado a saber qué hace un Síndico Procurador y empezar, al menos, por leer el portal del ayuntamiento de Tijuana.
Lo más cercano a conciliar serían las cuentas entre ingresos y egresos gubernamentales de los que tocan la caja registradora, pero el ahora contralor Mariano Sanromán –puesto que depende del síndico- nada tiene que ver con “despresurizar” o quitarle la presión a algo ni de “atemperar”, a menos que se bañe con agua fría.
En tanto, habrá esperar en qué culminan los actos de corrupción denunciados en contra de quienes tienen la obligación de coordinar el sistema de control y evaluación del ayuntamiento e investigar los actos, omisiones o conductas de los servidores públicos.
El primero de ellos se trata de arremangarse la camisa y el segundo sólo basta en mirarse al espejo. Aunque es un puesto de elección popular, se trata de un espacio eminentemente técnico y de alta responsabilidad donde podrían lucir -en caso que las haya- la dignidad, la honestidad y la integridad como ser humano.
Bienvenidos los nuevos nombramientos, de algo l servirán, a diferencia de los discursos que son verdades de Perogrullo.
Para finalizar una disculpa al maestro Monterroso por usar su cuento para tratar de entender este galimatías: “Cuando despertó, la corrupción seguía ahí”