• mayo 30, 2019
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Exonera EU a mexicalense acusado de asesinato de Kiki Camarena; estuvo preso 33 años por una prueba de ADN

Exonera EU a mexicalense acusado de asesinato de Kiki Camarena; estuvo preso 33 años por una prueba de ADN

Antonio Heras y Jorge Heras
Mexicali.- A un mes de permanecer 33 años en una prisión de Estados Unidos acusado del asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, en febrero de 1985 en Guadalajara, el mexicalense René Verdugo Urquidez fue liberado por el gobierno de Estados Unidos, luego que la Corte Federal consideró el desvanecimiento de pruebas.

En febrero de 1985, Enrique Camarena y el piloto Alfredo Zavala Avelar fueron secuestrados por sicarios del Cartel de Guadalajara y tras permanecer algunos días en una casa de seguridad fueron asesinados.

A raíz de estas muertes se instrumentó la Operación Leyenda que concluyó con la captura de los narcotraficantes Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca y Rafael Caro Quintero, señalados de ordenar la privación ilegal de la libertad, tortura y asesinato del agente de la DEA y el piloto.

En el caso de Verdugo Urquidez, una Corte de Estados Unidos canceló su sentencia de 240 años de prisión y aunque ordenó su libertad desde 2017 fue hasta mediados de diciembre de 2018 cuando fue deportado territorio mexicano y regresó a Baja California, su tierra natal.

El 5 de julio de 2017, el juez Jhon A. Kronstadt ordenó la liberación de Verdugo y el 27 de octubre ordenó la destrucción de los documentos del caso.

La única prueba en su contra para dictarle esa sentencia era un cabello, supuestamente de Verdugo Urquídez, localizado en la casa de Lope de Vega 881, donde dos meses antes, según el gobierno mexicano, fueron torturados y asesinados Kiki Camarena y Zavala Avelar.

Camarena Salazar y Verdugo Urquidez nacieron en Mexicali, la capital de Baja California que colinda con la ciudad de Calexico, California; el primero en 1947 y el segundo cinco años antes. Uno ingresó a la DEA y su paisano a la organización que comandaba Rafael Caro Quintero.

La “prueba” la presentó Michael Malone, perito encargado de la Unidad de Investigación de Cabellos y Fibras del FBI, quien advirtió al juez federal que la encontró el 12 de abril de 1985 en ese domicilio de la capital de Jalisco. Incluso cuando ya se habían cambiado las alfombras y remodelada la casa. Una década después de presentar esa prueba, el 16 de abril de 1995, Malone fue cesado de su cargo al trascender que no eran confiables sus métodos y testimonios en varios casos.

Atrás dejó su uniforme y el número 85029-098 de interno que mantuvo por más de tres décadas en varios reclusorios estadunidenses, entre ellos los de las ciudades de San Diego, California; Kansas, Missouri; Pittsburgh, Pensilvania; Phoenix y Tucson, Arizona, donde fue conducido hasta la frontera para su expulsión.

Delgado, disminuido de su salud y con el pelo cano, Verdugo Urquidez volvió a caminar estas calles, a sus 77 años, y acaso recordó ese día de enero de 1986 cuando, de manera ilegal, dos agentes de la DEA y cuatro policías judiciales de Baja California lo capturaron en el puerto de San Felipe para someterlo y trasladarlo 200 kilómetro al norte hasta la frontera con Calexico, donde rompieron la malla que en ese entonces dividía a México con Estados Unidos para entregarlo, vendado y maniatado, al FBI.

Su segundo cargo fue estar vinculado al tráfico de mariguana y cocaína de México a Estados Unidos pero su sentencia se centró en el asesinato de Kiki Camarena.

En su defensa alegó que le violaron su debido proceso y que sembraron una prueba totalmente cuestionable, después recurrió a una serie de cartas a los presidentes de México para solicitar su extradiciòn pero fue ignorado por Ernesto Zedillo –quien realizó la educación básica en Mexicali-, Vicente Fox, Felipe Calderón ni Enrique Peña Nieto.

En sus alegatos advirtió que su condena por tráfico de droga a Estados Unidos ya la había concluido y se mantenía preso por una acusación sin fundamento por el asesinato de Kiki Camarena.

En el juicio que mantuvo durante décadas reconoció haber estado en Guadalajara a principios de febrero, hospedado en un hotel de lujo, para reportar el decomiso de un helicóptero con cocaína en Arizona y que solo estuvo unos minutos la casa de Lope de Vega donde a Caro Quintero le ordenó que regresara a Mexicali.

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