- marzo 23, 2013
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Colosio y Lomas Taurinas, 19 años después
Antonio Heras
Tijuana.- A Colosio se le debe recordar siempre, no solo un día” reprocho el dirigente social tijuanense Agustín Pérez Rivero al conmemorarse el 19 aniversario luctuoso del priista Luis Donaldo Colosio Murrieta cuando realizaba su campaña de proselitismo de la elección presidencial de 1994.
Con los años en el rostro y en el cuerpo, este hombre que acompañó a Colosio en el último mitin de su vida y lo encamino a la salida de la boca de lobo que se convirtió Lomas Taurinas, se queja que los políticos priistas solo acuden al lugar donde murió Colosio cada 23 de marzo y luego pasan el tiempo sin acordarse pero eso si cobrando sus quincenas.
Su voz es enérgica aunque cascada, los dedos de sus manos juguetean como quisiera aprehender la historia, al menos la tarde de ese día en que lo mató Mario Aburto Martínez, un trabajador de una empresa de maquiladora que fabricaba cassettes: “Colosio quería justicia social y que los funcionarios de gobierno se bajaran los salarios”.
En tanto, decenas de priistas en camiones y camionetas de lujo descienden la cuesta hasta llegar a una explanada donde se encuentra el monumento al político sonorense, a unos metros donde fue ultimado. Allí, sin haber escuchado los reproches del líder social Pérez Rivero, se monta el escenario para dar paso a los discursos de los dirigentes del PRI y a sus candidatos.
El aspirante al gobierno de Baja California, Fernando Castro Trenti, recordó el ideario de Colosio y prometió llevarle al pedestal dorado la constancia de mayoría que lo reconocerá como gobernador de Baja California. En otras palabras, ante priistas y la memoria de Colosio, el diputado con licencia se comprometió a ganar y llevar al triunfo al PRI luego de 24 años de gobiernos panistas.
Hace 19 años, el gobernador era Ernesto Ruffo, quien estuvo al frente de la primera administración estatal panista de la historia de México. Ahora es senador de la República y hace algún tiempo declaro que el peor momento de su gestión fue cuando se trato de inculpar a su gobierno del asesinato de Colosio. Esa tarde, Ruffo viajaba de la ciudad de México hacia Mexicali luego de firmar un convenio de colaboración con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, cuando fue enterado en la escala en Guadalajara del atentado contra el candidato priista. Dice que cuando llego, el procurador Diego Valadez prácticamente le reclamo la muerte de Colosio.
El alcalde era Héctor Osuna Jaime, exdiputado local, senador de la República, presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones y hace un mes fue derrotado en sus aspiraciones de ser candidato al gobierno de Baja California. En esa época era líder del grupo de Los Rojos, conocido así no por sus inclinaciones de izquierda –lo que sería una contradicción para aquellas épocas-sino porque portaban gorras de ese color en las convenciones panistas, entre los que se encontraba José Francisco Blake Mora, extinto secretario de Gobernación en la gestión de Felipe Calderón.
El presidente estatal del PRI era el senador César Moreno Martínez de Escobar, quien falleció hace cinco años, y cuyo hijo es candidato por segunda ocasión a la alcaldía de Tecate. El dirigente municipal del tricolor era Antonio Cano Jiménez, actual coordinador de gabinete del presidente municipal priista de Tijuana, Carlos Bustamante Anchondo, luego de haber sido diputado de la alianza PAN y PANAL.
De los detenidos por el asesinato de Colosio, el chofer Othón Cortes fue liberado con un oído roto durante su encarcelamiento y obligado a pagar una cantidad millonaria de costas de una juicio contra el gobierno mexicano. Vicente Mayoral Valenzuela y su hijo Rodolfo, el primero de ellos murió en total pobreza y con problemas de salud.